Resumen:
Antes de la transición democrática en México en el año 2000, los estudios sobre el comportamiento político tenían como objetivo conocer lo que sucedía con los grupos organizados dentro del régimen autoritario, en donde el partido gobernante gozaba de una condición hegemónica y la Presidencia de la República era el poder ordenador del sistema político. Los otros poderes Legislativo y Judicial, estaban supeditados al Ejecutivo, y lo mismo pasaba con los otros niveles de gobierno.
A partir del proceso de transición mencionado, la vida política se volvió mucho más dinámica y compleja, y las referencias del sistema político se movieron de un régimen a otro; la lucha por el poder empezó a pasar por las urnas y el ajuste de las reglas del juego electoral se volvió un tema central de la agenda política. El discurso democrático se generalizó y logró mejores condiciones democráticas para la ciudadanía que se ha convertido en uno de los grandes objetivos de la vida política. La construcción de ciudadanía aparece como un referente.
Como es bien sabido, hace no mucho tiempo, era a través de los partidos políticos, la única forma de acceso a los cargos de elección popular en México, razón para la que aquellos que aspiraban a un lugar de tal envergadura, debían afiliarse a los partidos legalmente registrados para contender en las elecciones, o bien, aquellos ciudadanos sin filiación político partidaria que deseaban contender por un cargo, tenían que aceptar forzosamente, que aun no siendo parte del padrón de algún instituto político, fuera uno o varios de ellos (coalición) quienes debían postularlo bajo sus siglas para poder entrar a la competencia electoral.