Resumen:
El patrimonio cultural inmaterial recién ha sido reconocido y valorado por instituciones
internacionales como es el caso de la Organización de las Naciones Unidas para Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO), sin embargo, desde siempre ha sido un recurso altamente
valorado por el turismo y más en la actualidad, con el surgimiento del turismo rural, que de
cierta forma lo usa como un estandarte de autenticidad y, un medio para ofrecer verdaderas
experiencias a los nuevos turistas. Aunque, este patrimonio inmaterial símbolo de identidades,
tradiciones y formas de vida, en ocasiones se queda estático, casi muerto con el eminente
peligro de desaparecer si no se mueve, si no realiza cambios; creándose, recreándose o
inventándose; puesto que es un patrimonio en uso, de cuya característica deriva su capacidad
de transformación y, el vínculo que establece entre generaciones. Sin embargo, este
patrimonio intangible no puede seguir vivo, cumpliendo determinadas funciones en alguna
sociedad, si ese no es el deseo, de su comunidad portadora.
De ahí que el patrimonio intangible seguirá vivo en la medida en que se patrimonialice, en el
momento exacto que inicie o continúe con el proceso de la patrimonialización, mismo que
permite apropiación, activación, gestión y renovación de patrimonios, donde lo ideal es que
cada comunidad tenga el derecho de decidir qué constituye su patrimonio, aunque en la
práctica lo que suele suceder es que esa determinación proviene de imposiciones externas.
Bien comentaba Igor Stravinsky, “Una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado
caduco; es una fuerza viva que anima e informa el presente. Lejos de implicarla repetición de
lo que fue, la tradición supone la realidad de lo que perdura. Es como un bien de familia, un
patrimonio que se recibe a condición de hacerlo fructificar antes de transmitirlo a los
descendientes” (Stravinsky, 1952 citado en UNESCO s/a: 2). En este entendido, es lo que se
ha hecho por años en Zacazonapan municipio de estudio, con la producción quesera que lo
caracteriza.
A pesar de que esta tradición ha sobrevivido por generaciones, a lo largo de 150 años, este
patrimonio está cayendo en desuso, y corre el riesgo de desaparecer, de ahí que se parte de
esta problemática, para realizar la presente investigación. Donde se propone una serie de
alternativas algunas de ellas desde la perspectiva de turismo rural, así como pasos a seguir para un proceso de patrimonialización. En este entendido se trabaja con el enfoque de
patrimonialización de Elena Espeitx y herramientas metodológicas, como formatos de elección
de rutas, cédulas sobre recursos, inventarios, encuestas y entrevistas.
Lo que se busca es tratar de mantener con vida al patrimonio quesero: mediante el uso de
nuevos enfoques metodológicos y las correspondientes adaptaciones que debe sufrir este
patrimonio, para responder no solo a las dinámicas de cambio, sino a los nuevos usos que se
le deben dar.
Los resultados obtenidos fueron positivos pues la población y los actores involucrados en la
actividad quesera, respondieron muy bien a las alternativas que se les propusieron e incluso
muchas de ellas, fueron ellos quienes no solo las mejoraron sino también las propusieron y las
validaron.
Sin embargo queda mucho camino por recorrer, puesto que las alternativas aquí propuestas
solo están en papel, falta la intervención de las instituciones públicas y privadas para llevarlas
a cabo, especialmente porque el recurso económico es una limitante para poner en marcha la
iniciativa de la patrimonialización y la puesta en marcha de actividades turísticas, que viene a
reforzar el proyecto de rescate y preservación de la tradición quesera en el municipio de
Zacazonapan.