Resumen:
La industria automotriz ha logrado posicionarse como una de las más dinámicas y
competitivas a nivel mundial. Las constantes innovaciones tecnológicas y de organización
en los procesos productivos, las grandes inversiones que realiza, las aportaciones
al producto interno bruto de las economías y el número de empleos que genera, la han
consolidado en muchos de los países donde está presente.
Con el fin de incrementar su capacidad competitiva y con ello posicionarse en
los primeros lugares en producción y ventas de los mercados mundiales, las empresas
integrantes del sector han estado siempre en busca de innovaciones que les permitan
fortalecer y hacer más competitivos sus procesos productivos y de organización. Entre
las principales estrategias que se han aplicado para lograr su cometido se encuentran
la adopción de los modelos “justo a tiempo” y “calidad total” (que implican la subcontratación,
el incremento de la responsabilidad de los proveedores y la flexibilidad
en la producción); la producción de vehículos a través de plataformas y de sistemas
modulares; o la reubicación de actividades de manufactura en regiones que les permiten
aprovechar ventajas, como costos bajos, abundancia de mano de obra calificada y
existencia de materias primas y recursos naturales, así como cercanía con los mercados
más importantes.
En México el sector automotriz también ha tenido una historia de éxito. En 2013
este país ya estaba posicionado como el octavo productor de vehículos en el mundo y
el quinto productor de autopartes. Actualmente 12 entidades federativas del país tienen
plantas armadoras fabricantes de vehículos ligeros y motores; 8 cuentan con plantas
armadoras de vehículos pesados y motores; 26 tienen empresas proveedoras fabricantes
de autopartes; y todas las entidades federativas cuentan con agencias distribuidoras
de vehículos nuevos y servicios de posventa; son poco más de 1, 700 distribuidores
de vehículos, en los que se comercializan 42 marcas, con alrededor de 300 modelos y
1, 400 versiones (AMDA, 2014).