Descripción:
En el presente, nos hemos propuesto la factura de un recuento crítico en torno a la sutura de la brecha epistemológica que, desde el siglo XVI, ha separado a las ciencias respecto de las humanidades. Nuestra interpretación parte de la lectura que precisamente Ilya Prigogine hace acerca de esta misma cuestión. Prigogine proviene de las ciencias duras y en 1977 recibe el premio Nobel de física por su investigación en torno a los sistemas inestables y estructuras disipativas. Una constante en toda su obra es la reiterada alusión a la "flecha del tiempo": en el orden de lo real, todo cuanto es acontece una sola vez y no existe posibilidad para la reversibilidad, trastocando con esto la tradicional idea de una verdad inmutable, arrastrada por la física clásica. En lugar de esto florece la idea de una verdad en permanente reconstrucción. Es justamente esta idea del tiempo irreversible lo que permite a Prigogine volver los ojos hacia las ciencias blandas y las humanidades como dignos baluartes de esta nueva forma del conocimiento: cada disciplina posee su peculio de verdad. El conocimiento se construye de un modo interdisciplinario. He aquí el pretexto "científico" para la reincorporación del hombre en el claro de la naturaleza, y para la recuperación del diálogo entre las ciencias y las humanidades. El estudio de la realidad no es propiedad exclusiva de una ciencia en específico. La física requiere el concurso de la metafísica y viceversa.