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Atribulado por un sueño que le ha anunciado que su hijo sucesor morirá atravesado por una punta de hierro, Creso, el crédulo y poderoso rey de los lidios, decide proteger a su hijo del mal presagio que le fue revelado mientras dormía. Herodoto (1999: 26) menciona que la muerte que sobrevendrá al hijo de Creso es un “castigo divino” a la hibris del señor de los lidios quien, secretamente, se ha considerado a sí mismo el “hombre más feliz de todos”, merced a los grandes tesoros guardados en sus palacios.